domingo, 29 de julio de 2007

SOL ANTIVERBAL


De Poesía Inédita

DESPEDIDA

Santifica el lunes niño en tu mirada
haz el milagro de reír en la tierra.
Amor que sube aguarda tu voz.
Santifica al malo,
golpéalo en tu corazón que brota.
Santifica el aire no esperes el día,
de mano en mano vienes tan niño y pequeño.
No quiera el alma temblar sin tu pureza.
(11 de junio)
METALES

II
Desnudaré de brumas el año que me sigue.
Cuando baje al virgen metal de mis días;
desnudaré, amaré su carne.
Para morir, mi voz en los niños de aquí a mil años.
Para vivir, tus ojos andando en los metales oscuros de mi tiempo.
(11 de julio)

De PAISAJES QUE DUELEN

No sabes como fue este día
Este hombre dolió
por cada sol maldito
duro en su vida.
Por algo fue triste
a ratos
le dolía algún pelo
el pequeño.
Fue quizá como miró
un poco como pájaro
otro poco como niño
y se marcho hundido en la gente.
Voy a hablar a mis amigos
de quién amo
y de otras cosas de fuego
a colmarme de fuertes ternuras.
Así el hombre lava
sus ojos de niño sus ojos de hierro
y duerme profundamente

(2 de noviembre de 1960)

UN ANOCHECER

El poema tiene un momento preciso de madurez y alimento
Pared de hueso pared de carne
pared de mi lengua
parado espero salir a encontrarte.
De aire
yo el pájaro el polvo
la garganta.
Es horrible estar aquí
sin más nada que este cuerpo
hundido en su materia
esperando
el paso de unas piernas
las casas bajo el cielo
que todo venga y crezca y se transforma.
Entonces
sobre mis plantas
no un cuerpo
sólo la imagen humana
húmeda
seca
un poco triste por todo.

(3 de julio)

De PUREZA DE ESTAR VIVO, 1961

Mirando las fotos en memoria de los campos de concentración de la última guerra
Qué han hecho de nosotros
qué es aquel sangriento alambre de huesos
quebrados en el horizonte.
Silencio
sobre le polvo
silencio
cae la lluvia y la música lejana
sobre los campos.
Fue tan viva la muerte
que en estas tierras de paz dormida
se alzó y murió mil veces mi corazón.

(5 de Octubre)

De VII (...) 1961
Poesía Editada
OLEO UNICO

Ante el enigma que me representa la vida de un instante, la
extraña multiplicación que une las cosas y los hombres, sólo
puedo proceder plantándome justo en el filo de todo, tratar
de tomar el bulto irradiante de la existencia con el peso
exacto del sonido y del color, construir con mi carne y con
todo lo que me es exterior estos murales.
Ante todo ver más allá.
Hacer murales con el alma del hombre.
(Buenos Aires, marzo 1957)

De Cuatro Murales, 1957
AVANZAN LOS SOLES EN EL CIELO

Cuando tome bajo la luz
otro cuerpo
y besándolo me sienta vivo,
habré reído habré dormido una vez.
Y luego querré caminar nuevamente.
Sin fronteras como el dolor o el hambre,
al refugio de mi herida Buenos Aires.
Aquí
donde cada sol es un ciclo de mi piel.
Donde el viento se extiende temblando.

ESPUMAS DE LUZ Y SOMBRA:
MURALLON DE VIDA.

Apenas vuele sobre el llanto
por mi lengua riendo llegaré a tus manos.
Elástico al sol subiré enorme
acorralando en la noche
el día de vientos afilados.
Niños heridos
palomas de hambre
amordazan mis besos
sacuden mis risas y te alejan
para que muerda la vida y no me canse la muerte

De Corazón de piel afuera, 1959.

LOS PATIOS DEL TIGRE
El tigre, aquel espejo del odio y el espanto.
Von Jöcker, Siglo XVIII

Fueron siempre los pájaros los que anduvieron en los patios
de mi infancia.
A la claridad del canario se sumó el gritito entrecortado
del calafate, el vuelo diminuto de los bengalíes.
Algún mono hubo, pero fue efímero.
Agregaba mi abuelo a la magia reinante sus oros de Gran
Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron siendo mis pájaros.
Un tío viajó y en una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron
a una cadena y esperaron que lo viera.
Su garganta me llamó; aparecí.
El espanto y la maravilla me helaron.
Desde ese día los patios dejaron de ser tales. Fueron selvas
de mármol y mosaicos gastados en donde el terror habitaba.
Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no desaparecía. Me
acostumbré ávidamente a lo extraño.
Cuando alguien ordenó su encierro en el Zoológico, lloré.
Entonces comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de
su jaula. Su rugido era música tristísima para mí. Le imploraba a su
memoria de fiera el recuerdo.
El día en que me fui a despedir de él para siempre me olió, detuvo
su andar en círculos. Una sombra humana le cruzó la mirada. Intenté
tocarlo. El griterío prudente me clavó en el piso.
Pensé un adiós, suavemente me marché. Más tarde supe de su
muerte. Su carne fantástica se juntó en el polvo a otras carnes.
He crecido. Guardo de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros
en mi sangre.
Pero cuando llegue el fin y me miren los ojos que aún no he visto,
pienso que será el tigre incierto de la locura el que me lleve tanteando a
la nada, aquel tigre de titubeo y delirio del suicidio que en su boca me
ahogará clamando.
O tal vez mi viejo tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como
a un niño.

VIENTRE PROFETA SIN TIEMPO

Yo no soy de ningún siglo.
Vivo ausente del tiempo. Soy mi siglo como soy mi
sexo y mi delirio.
Soy el siglo liberado de toda fecha y penumbra.
Pero cuando muera, el profeta que hay en mí se
alzará como un niño sin moral y sin patria. Un niño loco con
lengua de alaridos. Entonces amanecerá en el millón de
Galaxias.
Madres del futuro; cuidado; cuando muera puedo
volver.
Entonces, ay, vientre que me aguardas, dulcísima
catedral de tinieblas.

CASA DE SILENCIO

Un niño y un cuchillo, enamorados carne y hierro,
buscan en el alma la selva que los salve
Aromas y llantos boca de hielo sobre cicatriz de
Pureza. Irá el olvido a devorar temblores irá la tierra alzando
mares.
Sueño del niño que muere en su Casa de Silencio en
El cielo del espanto, hierba de tristeza amor de nadie.

ANALOGÍAS

No cruces una plaza en la noche bajo los esmaltes del
ruido lejano de soles en llamas. Espera la lluvia que apague
en la hierba la sombra del alto cielo.
Ya cuando cierres un mueble de aquellos caoba
con fulgores a madera dormida, ábrelo con furia. Tal vez
sorprendas extrañas ceremonias de pañuelos, huecos mur-
mullos en trajes, temblor de lienzos, una larga luz ahogada
en huida a través de pliegues y cartas perdidas.

LUNA DE HERODES

Si en la noche inmóviles policías sujetan perros de
boca en piedra, yo tiemblo. Quiero alejarme no puedo, como
en sueños
Entonces alzo la mano a mi pecho traspasado. No
sea que a lo lejos entre las selvas de hueso y aliento salga el
aullido de aquel que devora mis entrañas. Y aullando
prolongue en los perros guardianes un odio en silencio y
dientes, que por milenios me persigue.
De Visión de los hijos del mal, 1967
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EL HIMALAYA O LA MORAL DE LOS PÁJAROS

Segunda aparición del
SOL ANTIVERBAL
sobre la TIERRA-NACIENTE del
TERCER MUNDO y
canto quinto de los PÁJAROS

Hacia el mediodía; sintiendo próxima la tierra que nacía; la muchedumbre de guerreros
intentó un canto de furia o salvaje alegría pero lo que salió de su boca fue una blasfemia
atroz, un discurso de delirios, y nadie rió y todos miraron el cielo.


CANTO QUINTO DE LOS PÁJAROS
Recuerda, conquistador de la Luna y el Sol, recuerda bastardo este Imperio de Niños.
Honor a tu coraje: yo te maldigo.
Pues años y años y cientos han de pasar hasta que el Verbo resucite en la tierra violada. Mientras; balbucea el caos con tu lengua clavada por el frío Sol Antiverbal: señor de justicia.
Salve.
(En la superficie del mercurio frutos y ramas golpeaban el barco, sin ruido. Y un río de aguas blancas devoraba el mar mineral. Aquel sol de Justicia se elevó sobre los volcanes y las nieves en busca de un refugio de salvación. Y en la mañana primera de la conquista sólo hablaron los pájaros.)
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POEMA 9

Tocaremos la luna. Poseeremos el cráneo del
Sol.
Qué patria o cielo verbal ilumina al fuego
en su casa de líquidos esmaltes; carro de Elías,
purificación de las ciudades muertas, árbol místico de la sangre, agua y
sombra transparente, vitral de dioses aniquilados.
Sol antiverbal. Sol carnívoro en sonidos o silencios en el horizonte
frío de la tierra sin
pájaros.
Sol tigre.

MARE TENEBRARUM
En aquel tiempo del triste colegio, en aquel que
jamás recuerdo; soñaba con tigres y pájaros en
lucha y mi corazón era el desierto y el cielo, el sol
y la luna de aquel mundo final.
Llegó hasta mí un sacerdote, llegó y me dijo: por lo
que piensas morirán tus ojos, tu piel será maldita,
como la piel de las momias, amarás a dios en todo
lo que te destruya.Me senté junto al muro más cruel y lloré la lepra
del cielo.Cayó mi corazón, lo perdí. Y reyes ya de sangre
pájaros y tigres me acosan para siempre y todas
mis aguas, todos mis ríos, huyen muertos hacia el
atroz y calmo Mar de las Tinieblas.
Y el ángel de la locura, el ángel de la fiebre mira,
en mí al monte coronación del Verbo; escribo para
que me sea dado el Silencio.
(1970)
Miguel Angel Bustos

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